Fuego y acero
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A primera vista, es frágil, de dedos delicados y voz queda. Pero en sus manos, el metal se derrite a su voluntad, transformándose de una tosca pieza de acero en algo casi vivo. Cada mañana lleva un grueso delantal de cuero y guantes. Lleva el pelo recogido en un moño y la mirada fija. El taller está impregnado del olor a hierro caliente, aceite y carbón. En este reino de fuego y martillo, se siente real.
Llega el 4 mayo
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